domingo, 15 de abril de 2012

Dia 11. Partida de Nairobi

Me levanté a eso de las 10.00 y con una buena resaca. El sol entraba en la habitación con mucha fuerza y tanto la luz como el calor hicieron que la tarea de dormir fuese imposible.

Me encontraba apesandumbrado y aletargado y eso lo arrastré durante todo el día. Los efectos de la barbacoa, la bebida y el poco dormir hacían mella en mi persona. Tambien es verdad que el 44 cumpleaños del día anterior hizo que la fiesta fuese todavía más intensa. Al menos para mi.

El avión a Nairobi salía a las 15.30, así que teníamos poco tiempo para hacer cosas. Decidimos quedarnos en el hostal y estar en plan relax hasta que viniesen a recogernos para ir al aeropuerto.
Alli estaba yo estirado en el sofá despues de un desayuno energético a base de huevos con bacon y frutas.
Al rato vinieron los otros dos y con ellos las inglesas. Sara, una mezcla de hindú y británica, se sentó junto a mi pidiendome permiso para estirar sus piernas encima de las mias. Claro le dije, "hakuna matata" (ningún problema).
Allí estuvimos pelando la pava, Kitti, Sara, Noemí, Lune ( una danesa) Gonzalo, Carlos y yo, hasta la hora de partir. La fiesta de la noche anterior nos había unido de una manera especial...
Al partir, nos fundimos todos en unos abrazos, intercambiando los correos electrónicos. Sara me pasó el suyo para que le enviara algunas fotos que había tomado del grupo.

Ya en el aeropuerto tuvimos una desagradable sorpresa. Nuestro avión se había adelantado una hora y no alcanzábamos a montarnos en él. Lo habíamos perdido :((

En la oficina de Jet link nos dijero que podríamos tomar otro a las 21.30 a cambio de pagar 60€ de diferencia. Nos resignamos a ello.
Mientras arreglaban lo del billete, Gonzalo empezó a decirles cosas bonitas a las oficinistas que a decir verdad, eran muy guapas.
Al ratito de estar allí, una de ellas ya quería irse a Sudáfrica con él a cambio de que le pagara el billete y la estancia. Nunca se sabe si bromean o no, pero por si acaso, Gonzalo dijo que no tenía dinero pero que pasara a visitarlo algún día. Ella sonrió y nos dijo que ya que le habíamos caído bien, nos iba a arreglar el cambio de billete sin coste alguno. A cambio, estaría muy contenta si le pagábamos el desayuno. Entendimos lo que nos quería decir y le dimos 20€ por sus servicios.
Aquí en Kenya todo funciona a base de comisiones y mordidas. Es, según la ONU, uno de los paises más corruptos del mundo, aunque posiblemente uno de los menos en Africa. ¡Inmaginaros los otros!

Como teníamos mucho tiempo regresamos al Hostal, esta vez en taxi y no en tuc-tuc que no son nada recomendables para viajes largos ya que tragas una cantidad de polvo, olores y contaminación tremenda.

En el hostal nos recibieron con alegría. Las inglesas bajaron enseguida para hablar con nosotros y tomar la última cervecita juntos.

Sara me preguntó cómo tenía mi herida. No lo he comentado anteriormente pero cuando estuvimos buceando me hice un corte con un coral. Algunos de ellos son tóxicos y provocan alérgias. Pues bien, el mio era uno de esos, provocando que mi muñeca se inchara y me saliera a la vez una especie de exema en toda la zona. No le di importancia pero con los días fue a peor. Al ver mi herida y el feo aspecto que tenía, me dijeron las chicas que debía cuidármela.
Sara subió a la habitación y al bajar trajo consigo una pomada para ese tipo de heridas. Me la puse, le di las gracias y le dije que apreciaba que se preocupara por mi. Sonrió y me dijo de nada.

Despues de una piscinitas a la luz del atardecer y de buena conversación, era ya hora de nuevo de partir.

De nuevo bonitas palabras y bonitos abrazos de despedida.

Esta vez si que pudimos volar sin problemas.
Llegamos a Nairobi a las 22.30 h., y a casa de Nacho, un amigo de Gonzalo, a las 23.30 h.
El plan era dejar los trastos en casa de este amigo, salir de fiesta y a eso de las 05.00 h. coger un taxi de nuevo hacia el aeropuerto. El avión de Gonzalo salía a las 07.00 y el nuestro a las 08.00.
¡Y así se hizo!

Nacho vive en un complejo de apartamentos fuera del centro de Nairobi. Para entrar al recinto tienes que pasar por un control de seguridad y decir a quién quieres visitar. Todo el recinto esta rodeado de alambradas. Eso ta da la sensación de que Nairobi es una ciudad algo peligrosa y que hay que ir con cuidado. Muchos la llaman Nairrobi (de robar).
La costumbre aquí es ir en taxi a todas partes ya que andando te juegas el pellejo. Sobretodo debes de ir con cuidado con los muchos niños que hay en la calle por las noches y que mendigan y roban todo lo que pueden.
En las discotecas antes de entrar te cachean con un detector de metales. Me han dicho que no es muy normal llevar pistolas por aquí aunque el acceso a ellas es bastante fácil. Recordemos que Somalia es el país vecino y de allí se pueden pasar facilmente al país.

Primero fuimos a un club desconocido para nosotros ya que en éste no estuvimos la última vez. Estaba lloviendo y eso junto a la poca luz que hay en las calles hacía que la ciudad tuviera un aire un poco tétrico.

El siguiente local se llamaba Black Diamond. En ese ya estuvimos. Es una discoteca a dónde van muchos de los expatriados y por tanto hay mucha mezcla de nacionalidades. Esto tambien atrae a muchas mujeres kenyatas con ganas de conocer a un extranjero y si de paso le pagan las copas y algo más...mejor.
La última vez que estuvimos en el lugar fue un escándalo por el acoso y derribo que tuvimos por parte de las chicas locales. No fue nada fácil resistir, jejeje. Pero esta vez no fue igual, no se sabe si por la lluvia o que, pero todo fue mucho más tranquilo. Carlos fue el que mayor decepción tuvo ante tal cambio de escenario. De todas formas y a eso de las 04.00 ya empezaba el movimiento para un mayor contacto. Pero nosotros debiamos irnos pronto asi que no había mucho tiempo para tontear. Algunos lo aprovecharon bien los pocos minutos que nos quedaban y otros como yo, solo para tomarme una cerveza más y charlar sobre cosas banales.

Ya era tarde. Había que irse. A alguno tuvimos que practicamente arrancarlo de entre las garras de una tigresa local que ya había engatusado a la presa con un par de buenas razones acompañadas de unos labios carnosos.

Taxi para casa de Nacho, recogimos las mochilas y seguidamente, aeropuerto.

Allí nos depedimos de Gonzalo que tomaba su vuelo a Johanesburgo desde otra terminal. Un chaval muy agradable y fácil de convivir con él. Prometió venirnos a vernos a Oslo en un futuro cercano.

Nosotros nos fuimos a nuestra terminal como dos almas en pena. Todo fue bien con el control y ya una vez dentro nos dimos una vuelta por las tiendas que ya estaban abiertas. Alli entré a una para comprar unos souvenirs y de esta forma gastarme los ultimos shillings que tenía. Al pagar los objetos me di cuenta de que subían más de lo que había calculado. Me pareció raro pero pagué sin rechistar. Una vez fuera comprobé el cambio en mi ipad comprobando que me habían cobrado 10€ de más que en shillings es bastante dinero. Entré de nuevo y se lo comenté al dependiente que me había cobrado anteriormente. Sonrió y pidió disculpas. Me devolvió el cambio. Yo no quise decir más pero intuí que lo hizo a propósito aprovechandose de que yo no sabía muy bien el cambio y que además eran más de las 06.00 y estaba cansado. Y si eso lo hace con muchos turistas, imaginaros la mordida que se lleva el señor en cuestión.
Hay que siempre estar alerta de todo esto.

En la sala de espera del aeropuerto andaba muerto. Mi cuerpo estaba allí pero mi mente pertenecía al limbo. No era persona, solo un manojo de huesos y musculos guiados por un piloto automático. No podía articular palabra ninguna y mis ojos se cerraban con una fuerza imposible de resistir.

Una vez ya sentado en el avión tarde unos pocos segundos en agarrar el pequeño cojín que te dejan para ponerme a dormir. Dormí 5 horas seguidas solo interrumpidas por las comidas que te servian. Al final del viaje y poco antes de llegar a Amsterdam ya me sentía de nuevo una persona con cuerpo y alma, jejeje.

El resto del viaje a Oslo transcurrió tranquilo.









































Primero hicimos una copa






















































Día 10. Mombasa III

La lluvia hizo que nos despertaramos antes de tiempo. Estaba callendo un chubasco de temporada; no en vano, estamos en la época húmeda de esta parte de África.
El hostal era de baja calidad pero a decir verdad es en el mejor sitio dónde he dormido. Paradojas de la vida. Hice fotos de la habitación y del patio interior .
Hoy iba a ser un día algo especial para mi. Cumpía años, 44 para ser exactos. Me decidí no contarselo a mis compañeros de viaje para que no me hicieran ninguna jugarreta estilo pastel más cancioncilla de turno con todos los del hostal o algo así. No me gusta el protagonismo...jejeje, al menos cuando estoy en Kenya y esas ocasiones. :))

Eran las 08.00. Tomamos el desayuno, más tarde un tuc- tuc y nos fuimos a la estación de matatus. Una vez allí, como siempre, nos asaltaron para que agarraramos el suyo. Una vez elegido el matatu y negociado el precio, 350 shillings, esperamos alli unos 20 minutos a que se llenara. Mientras tanto hicimos una efímera amistad con los personajes que allí se encontraban. Como siempre, el tema en común era el futbol. Uno llevaba la camiseta del Real Madrid (de las pocas que he visto), mientras que el otro hablaba de Messi, Xavi y Muniaín. Este último algo desconocido para mi pero no para el keniata que baticinó incluso que será una de las estrellas futbolísticas del futuro. ¡Qué nivel tenían!¿no?
Me di cuenta que el futbol une a las culturas, algo que ya experimenté en igual medida en los paises asiáticos.

Con otro estuvimos hablando de música. Yo al ver que tenía estilo rasta, como muchos aquí como ya he contado en entradas anteriores, le empecé a cantar la canción de Bob Marley,"Rastaman Vibration" a lo cual él me respondía "positiv". Hicimos en un momento un duo musical al cual se unieron varios más cantando otras canciones de Marley como "¿is this love, is this love, I am feeling?". Genial!!! Tomé fotos de la ocasión.

Ya en el matatu me senté al lado de unos turistas, una pareja que eran parcos en palabras. Él leía su e-book y su compañera una guía de lonely planet del este de áfrica. Parecían noruegos por su expresividad...jejeje pero eran holandenses.
Las dos horas hasta Mombasa se pasaron rápidas. Llegamos a nuestro hostal, el famoso Mombasa Backpackers, a eso de las 13.00.

Tuvimos un sol de justicia todo el camino y eso hizo mella en nosotros ya que más llegar al sitio nos fuímos directamente a la piscina a refrescarnos un poquitín y digo solo un poquitín porque el agua esta a 30 grados con lo que el efecto refrescante se nota poco.
Esta época es la invernal en esta parte de África y por lo tanto las temperaturas son bastante agradables,. Me atrevería a decir entre los 18 y los 32 grados en todo el sur del país. Nos han dicho que en verano las temperaturas oscilan un poco a la alza pero tampoco demasiado.
Creo que por lo que he visto, esta época es de las mejores para viajar por esta región ya que no hay demasiados turistas, es decir, muy pocos y supongo que por eso te tratan muy bien o quizás mejor dicho, están más por ti.

El descanso en el hostal fue merecido. Màs tarde nos fuimos a unas playas paridisíacas para tomarnos un baño en sus aguas de color verde turquesa.

En una de ellas nos asaltaron unos vendedores para que les compraramos toda clase de objetos. Al ver que no comprabamos gran cosa empezaron a decirnos que nos cambiaban la camiseta por una pieza que ellos tenían. Al final acabé regalandoles mi camiseta y la gorra. Enseguida se las colocaron mirándome con cara de admiración por habérlas regalado sin pedir nada a cambio. Lo que ellos no saben es que las iba a dejar de todas formas en el hostal cosa que suelo hacer en mis viajes a países dónde la ropa es barata. Mucha de esa ropa acaba en manis de la gente local como si fuera una especie de Fretex.

De vuelta al Hostal nos recibieron con una barbacoa. ¡Había de todo en ella!
Nos pusimos las botas con el pollo, cordero, ternera, pescado, patatas, verduritas, etc. Lo que más me gustó fue, sin duda, el biff que estaba buenísimo.
Estuvimos jugando con la gente del hostal a diversos juegos de beber y eso hizo que el ambiente fuera más distendido a medida que pasaba el tiempo. Hicimos buena amistad con unas inglesas muy simpáticas.

Y ya cuando el ambiente estaba bien caldeado decidimos continuar la marcha en un pub no muy lejos del hostal.
Era ya la una cuando llegamos al mismo despues de una carrera a lo formula 1 con los tuc tuc. Fue vertiginosa al igual que peligrosa. Pero todo salió bien y llegamos sanos y salvos al sitio en cuestión.
Allí aparte de otros turistas tambien había una buena tropa de mujeres locales en busca de guerra. La pista de baile estaba a rebosar y había muy buen rollo. Los diferentes camareros te perseguian para que les consumieras a ellos ya que iban a comisión, de forma que cuando acababas la copa enseguida tenías uno encima. En ocasiones tenías alrededor tuyo tres o cuatro y tenías que apartalos como moscas, jeje. No así con las mujeres locales que estaban muy modositas, y supongo que quizás fuera porque éramos un gran grupo de turistas y parecía que estuviésemos más unidos de lo que realmente estabamos y por ello no se acercaban. Y a decir verdad fue mucho mejor así.

Al salir del pub para ir a tomar un tuc tuc le di a uno un billete de 500 shillings para comprar una cosa que me costó 150 (1,5€) y me dijo que ahora volvería con el cambio... y todavía lo estoy esperando. Ya sospeché un poco cuando me cogió el billete con bastante alegría y se fue corriendo hacía dentro del local. Yo, de todas formas y al ver que no venía, entré en el local de nuevo para ver si lo podía localizar pero fue una tarea imposible. Reconozco que no soy capaz de distinguir a un africano de otro por la noche, todos me parecen iguales.
Me resigne y salí con la sensación de haber hecho el pardillo. Tambien es verdad que fue la primera vez que me sacaban el dinero de una maneta tan burda ya que por lo general no son tan caraduras.

De regreso al Bombasa Backpackers descubrimos que la fiesta no había acabado. Allí en la piscina, había el danés borrachísimo durmiendo encima del flotador, las inglesas pululando por ahí, el canadiense tumbado al borde de la misma, los dos mexícanos dando vueltas y buscando papel de fumar y el australiano totalmente ido y gritando cosas en español, algo así como "pinche guey" "chingada" en honor a nosotros que acababamos de entrar.

Y así se fue consumiendo la noche hasta altas horas de la madrugada. Lo pasamos muy bien y alguno hasta tuvo un encuentro más que amistoso con una de las inglesas...

Eran las 06.00 de la mañana y ya amanecía. El cielo empezaba a despertar y nosotros a dormirnos. El cuerpo pedía descanso. Agarré la cama con ganas.
Intuyo que esta fue la última de las grandes fiestas de este viaje...aunque Nairobi era el destino del día siguiente y todo podía pasar...
You never know!!!






























viernes, 13 de abril de 2012

Dia 8. Lamu

El día apuntaba prometedor. El desayuno en el hostal fue de lo más abundante, tostadas, huevos, mermelada y frutas de muchas clases. Empezabamos la jornada con las pilas cargadas.
Como ya habíamos pactado, nos vino a buscar un cicerón para llevarnos al puerto y una vez allí montarnos en una barquita y hacer buceo por las islitas. Y así fue.
Nos llevaron a una isla paridisíaca y alli empezamos a bucear. El equipo que me tocó era malo y entraba agua en las gafas. Para mi, que utilizo lentillas, era un handicap el contacto del agua en los ojos. Además ésta estaba muy salada. No en vano hay unas salinas enormes cerca de Lamu de donde extraen la sal de la región. En esto son autosuficientes :)
Los arrecifes de corales no estaban mal aunque no hubiese la cantidad de peces que vi en las inmersiones de Thailandia o en el Caribe. El agua estaba bastante opaca debido, creo, a las diminutas algas que flotan de una manera casi imperceptible.
Despues de una rato comimos lo que no habiamos pescado. Es decir, ellos ya llevaban todo el pescado en previsión de que no pescaramos nada, como así fue.
Comimos el pescado en la cubierta, una especie de dorada keniata, acompañada de arroz con crema de coco, una crema hecha con una técnica milenaria que tuvimos ocasión de observar.
Después de unas cuantas horas en la barquita, una especie de patera bastante antigua pero muy acogedora para mi gusto, regresamos al puerto de Lamu. En el camino de vuelta tuvimos la suerte de pescar un pez coralino. Los tripulantes al verlo se pusieron contentos y con una pericia supina hicieron un fuego y nos la pfrecieron a nosotros ya cocinada. Estaba rica pero sin desbancar, a mi entender, a una buena lubina.
Una vez en el puerto nos esperaba nuestro cicerón. Éste era un tipo estilo Bob Marley, delgado, con el pelo corto y una túnica clara que resaltaba el color oscuro de la tez y a la vez hacia juego con los pocos dientes de color marfil que le quedaban. A mi modo de entender andaba un poco empanado (¿sería por el khat que mascaba sin cesar?). El rastafari era el guia experto del pueblo. ¡Un colega de profesión, pense! Pero pasando el tiempo con él y por la forma de explicarnos las cosas nos dimos cuenta de dos cosas; la primera es que estaba efectivamente muy empanado, y la segunda es que era parco en palabras ( creo que consecuencia de lo primero) con lo que nos enteramos más bien poco de la historia y edificios del pueblo. De lo único que me enteré fue de que Lamu iba a ser considerado patrimonio de la humanidad. El resto de palabras, unas 250 más fueron ininteligibles. Eso sí, el tipo sonreía y se le veía feliz con su papel que tenía en el pueblo.
Lamu es un pueblo curioso. Está en una isla y es una sociedad muy pequeña. Todos se conocen y viven en aparente armonia. Me recuerdaen muchas cosas a las Gili island en Lombok, Indonesia, dónde viven para y por el turismo y por tanto tratan al turista como si fuera un rey. Y todo es muy seguro. Nadie delinque. Hay una calma pasmosa en todo el pueblo que solo se rompe cuando se anima al rezo desde el minarete, son musulmanes, no existiendo coches ni motos, solo unos burritos que van sueltos por las calles y que sirven para todo lo que tiene que ver con el transporte de mercancias y de personas.
Tambien comentar que Lamu es conocido por sus especias. Nos ofrecieron algunos tipos y aceptamos a probar de nuevo la canela. Muy buena.
En la visita al pueblo me di cuenta de lo sencillo que vivian con sus negocios y sus profesiones tradicionales. Allí estaba el zapatero, la costurera, el carpintero, el pescador, etc. algo que se ha perdido en sociedades más grandes. Tambien pude observar que se escucha mucha música reegae, tanta que incluso te da la sensación de estar en Jamaica con todos los rastas y con su "ganja".
Despues del tour nos fuimos a casa a cambiarnos, echar una siesta y salir a cenar.
Despues de la cena en un chiringuito vacio (es temporada baja), nos fuimos a un Bar a tomar una cerveza. Ese bar era el único que servía alcohol en todo el pueblo ya que lo tienen prohibido por religión. Creo que tambien lo tienen para que los cristianos del lugar puedan beber. Nuestra sorpresa fue que al pasar por una de las callecitas estrechas escuchamos mucho follón dentro de un recinto. Nos acercamos y comprobamos que había como una especie de cine dónde se podía ver el futbol europeo. Nos dijeron que alli iban las gentes del lugar a disfrutar de ese deporte. Partido tras partido. Hay gente que no hace otra cosa que fumar y ver futbol. Preguntamos si daban el el Atlético - Real Madrid y nos dijeron que no. Nos fuimos al otro bar y allí si que lo daban. Cervecita, futbol y buen ambiente, que más se puede pedir...
Al rato y ya cuando el partido había acabado, nos retiramos a nuestros aposentos.
Era la 01.00 y teniamos que estar de nuevo en pie a las 07.00.
A mi visitar ese pueblo me gustó muchísimo y espero repetir esta visita para estar un poco más tiempo la próxima vez.

Día 9. Malindi

Lamu se levantó con un sol alegre y a la vez castigador.
Eran las 07.30 y ya había plena actividad en el pueblo. Tuvimos que cruzarlo y por el camino me di cuenta de lo sencillo que lo tenían aquellas gentes para vivir y lo complicado que nosotros en las ciudades lo hemos hecho. Por qué no volver a ese tipo de vida me pregunté varias veces mientras cargaba la mochila a cuestas. De pronto y entre las bocacalles del pueblo me vino a la memoria recuerdos de mi infancia. Esa infancia que transcurrió en el barrio de la Barceloneta, el antiguo barrio de pescadores de Barcelona. Quizás había una gran similitud entre los dos lugares, la playa, el olor a mar, sus gentes, los comercios tradicionales, el mercado, etc. Era como una regresión al pasado y en ella se me aparecieron en un intervalo muy corto, mi familia, es decir, los que vivíamos en esa Barceloneta, mis padres, hermanas, abuelos, tios, primos, vecinos de toda la vida, etc. Y viendo a los niños aquellos jugando por las calles me identificaba plenamente con ellos puesto que yo me había criado en un ambiente parecido.
Mientras íbamos hacía el puerto para embarcar en el "speed boat" me entró un sentimiento de alegría y felicidad por haber podído vivir de nuevo unos recuerdos ya casi olvidados. Creo que eso fue una señal de que añoro quizás un tipo de vida dónde lo personal sea más importante que lo material y que el contacto humano y familiar sea el eje central en el manera de vivir. Y eso no se si lo encontraré en Oslo. Ya veremos...quizás tenga que cambiar mi estilo de vida.
Una vez en la barca y a toda velocidad nos dirigimos a tierra desde la isla de Lamu. Allí nos esperaba el chofer contratado, Hamit se llamaba creo recordar, que nos llevaría con su furgo, a través de una carretera y durante cuatro horas, hacía Malindi.
Al llegar a Malindi y después de dejar las cosas en el Hostal, nos dirigimos al centro para comprar algunos recuerdos, comer y experimentar sus gentes.
El pueblo es pequeño y tiene poca cosa pero tiene buenas playas. Debido a ello hay una gran colonia de italianos (sic).
Antes de ir a llenar la barriga entramos en una tienda para ver unos souveniers. La chica que los vendía nos encandiló a todos con su desparpajo en la negociación y su ibuen italiano en la pronunciación. Se merecia unas ventas. Reímos un rato, compramos varias cosas y después de algunas fotos nos fuímos al restaurante.
Después de comer en un restaurante local copiosamente y a buen precio, dimos una vuelta por el malecón. Se nota que aquí tampoco hay demasiado estrés. Sus gentes parecen disfrutar de esa maravillosa temperatura, en torno a los 32 grados, paseando al atardecer, jugando al futbol los crios o simplemente sentados y charlando. ¡Cómo añoro ese tipo de vida¡
Por la tarde calló una pequeña siesta. El hostal está justo al lado de una de las muchas mezquitas que hay por estos lares. Y ésta debe de ser muy activa puesto que no paran de llamar al rezo y por lo tanto no paramos de escuchar por el altavoz la lectura del Corán.
A eso de las 22.00 Carlos andaba nervioso e iba de punta a punta de la habitación como un animal en cautiverio. No paraba de decirnos tanto a Gonzalo como a mi que por qué no salíamos, que el estaba preparado para una noche de acción. Finalmente salimos y fuimos a otra parte del pueblo donde habían más restaurantes y sitios de marcha.
Estaba claro que era temporada baja ya que en todos los lugares que fuimos no contaban apenas con turistas. Algunos/as locales y poca cosa más. Ante tal panorama decidimos irnos para el hostal una vez acabamos la pizza que tomamos.
Es curioso que en Malindi haya tanta gente que hable italiano, desde los vendedores en las tiendas y camareros hasta los ambulantes y que se hayan especializado tanto en comida italiana como pasta, espaguettis, antipasta, etc.
¡Arriverecci Malindi!







jueves, 12 de abril de 2012

Día 7. Malindi-Lamu

Eran las 08.00 de la mañana y el sol entraba por la ventana con una luz cegadora que hizo que nos levantaramos con esa alegría de los ciegos al recobrar la vista.
Desayunamos y pedimos la cuenta de los 2 dias. Dormir dos noches, comer tres comidas al dia, beber unas cuantas cervezas, etc, nos costó 5.600 shillings por cabeza (50€). Muy buen precio. Decidimos que el viernes regresaremos de nuevo a este hostal cuando volvamos de Malindi.
Seguidamente un tuc tuc nos llevaría a la estación de "matatus". No se si lo expliqué antes en algún post anterior, pero sino lo explico ahora. Un matatu es una vanette (furgoneta) con nueve asientos. Estos funcionan como transporte público y estan concentrados en un sitio concreto. En Kenya casi no hay autobuses y los que hay son muy viejos. Existe tambien una linea de tren pero es vieja y bastante ineficaz con lo que los "matatus" son el medio de transporte por autonomasia. Cuando uno va a esa central, tiene que fijarse en los letreros que hay delante del parabrisas donde pone la destinación final. Una vez encuentras el tuyo entre los cientos de
personas y vehículos que hay, empiezas a negociar el precio. Cuando estan llenos se ponen en marcha. El viaje de Mombasa a Malindi, unas dos horas, nos costó 350 shilings, es decir unos 3 euros. Barato, ¿no?, eso sí, vas hacinado entre los locales. A veces los matatus se llenan mucho más de lo que está permitido.
Cuando llegamos a Malindi negociamos con el conductor para que nos llevara al aeropuerto y así poder comprar los billetes de avión para ir el día siguiente a Lamu. " No problem" y allí fuimos. Los billetes eran mucho más caros de lo que pensábamos y no tuvimos más remedio que aceptar la oferta de chofer que por un precio mucho más bajo decía que nos podía llevar allí. Claro está que en lugar de 30 minutos en avioneta, serían 5 horas en coche. Y además tenía que ser el mismo día y no el siguiente como habíamos pensado.
Por ello tuvimos que cambiar de planes e irnos a Lamu sin permanecer en Malindi, una ciudad costera que estuvo bajo influencia portuguesa y que más tarde pasó a ser parte de la colonia inglesa. Según nos dijeron había una gran colonia de italianos que residia allí. De todas formas regresaremos a esta ciudad de aquí unos días y comprobaremos todo esto y más.
Cuando ya íbamos en marcha hacia Lamu despues de una buena comida, el conductor nos preguntó si queríamos contratar a un policía para que viniera con nosotros y estuviesemos totalmente seguros. Los tres nos quedamos perplejos ya que desconociamos este punto. Hamit, el chofer, nos calmó y nos dijo que era una práctica habitual hasta hacía poco meses ya que habían robos, secuestros y demás, pero que ahora era bastante seguro transitar por la carretera. Si así era, le dijimos, preferimos ir sin policia. Hamit asintió y contestó " up to you" mientras ponía de nuevo el motor en marcha.
La carretera estaba medio asfaltada y a medida que nos alejábamos de Malindi se veían menos personas en ella ( la gente utiliza la misma para desplazarse y a veces no es fácil conducir sin riesgo de atropellar a alguien). Tambien se veían menos vehículos. Al final solo era nuestra furgo la que transitaba por ella. De vez en cuando había control de la policia. Paraban, nos miraban y cobraban " una mordida" que les daba Hamit sin rechistar. Deciros que esos policias tenían cara se pocos amigos.
Al rato había otro control con policias y militares. Nos pararon, preguntaron dónde íbamos, miraron el interior y por último le dijeron al chofer que por qué no llevávamos un policia con nostros. Finalmente y tras de un ratito de más conversación nos dejaron pasar, levantando la alfombra de pinchos que ponían en la carretera.
Yo personalmente estaba ya un poco nervioso con tanta policia pero supongo que eran una especie de peajes ya que cada que paraba soltaba ,el chofer, un billete de 100 shillings a los polis que posteriormente nos lo cobraba a nosotros.
Más tarde y mientras estabanos parados, nos paso un gran camión con muchos militares. Hamit nos explicó que era debido a que estaban reforzando la zona debido a los atentados que se preveían por parte de los insulgentes de Somalia, país que esta muy cerca de Lamu. De todas formas, y aunque parezca una contradicción, estabamos seguros ya que esos militares evitarian posibles peligros que nos pudieramos enconttrar en la carretera ya que iban por delante. No se si esta explicación me tranquilizó o todavía me puso más nervioso :))
Mientras tanto tengo que confesar que el viaje fue muy curioso no solo por esas anecdotas sino tambien porque íbamos parando en distintos pueblos perdidos en la sabana keniata y veíamos las condiciones tan humildes en las que viven en los mismos. Tambien porque de vez en cuando se cruzaban animales salvajes como los monos macacos y mandriles y de vez en cuando alguna gacela. Curioso y fascinante a la vez.
Al rato, cuando Hamit ya nos veía cansados nos pasó unas plantas para que las masticáramos y así despertáramos. Se trataba de khat. Las probamos y nos pareció que no daba mingún efecto. Al preguntarle al conductor nos dijo que teniamos que tomar mucho más para que nos diera efecto y que por unos shilings, él nos lo vendía. Le dijimos que no gracias.
Por fin llegamos casi al final del trayecto. Llegamos a un puerto. Allí nos vendrían a buscar en un speed boat pero claro había que pagar extra, 1500 shillings. Allí no podimos regatear ya que no estabamos en condición de negociar. Era de noche, rodeados de gente local y sin otro barco que ese. Take it or leave it! Lo cogimos claro está. El barco resultó ser una patera con un motor fuera borda. El viaje duró 15 minutos. Llegamos a un lugar muy costero, chiquitín y sin luces. Para llegar al Hostal tuvimos que pasar por callecitas muy estrechas.
Dejamos las cosas y salimos a cenar. La isla de Lamu es conocida por sus mariscos con lo que nos elegimos una mariscada para probar el género. No estuvo mal pero tampoco fue para tirar cohetes.
Es temporada baja y por tanto no hay mucha gente en la isla. Ésto se traduce en que apenas hay gente en los lugares de copas. Estuvimos en uno bastante grande pero vacio. Tomamos una cerveza y a la cama. El día siguiente iba a ser duro con el buceo, la pesca y el city tour que nos habían ya planeado los del hostal.